viernes, 27 de marzo de 2009

Jodidas Mariposas.


Si, las he vuelto a sentir, picajosas y voraces en el estomago. Revolotean una y otra vez, sobre todo si te veo de lejos. Creí que nunca volverían desterradas para siempre, y resulto que tenían que ser contigo. Con quien menos debería. Pero tú me dices lo que quiero oír y lo dices bonito. Aunque crea que no debo creerme lo que dices. No puedo evitarlo ahí están. Cada vez que veo si hay mensajes tuyos y los encuentro, si me cruzo con tu coche, si te veo en la barra del bar de lejos. Pero no quiero. Temo que la próxima vez, si llega a existir, que me ría delante tuya escapen de mi boca a miles y las veas en bandadas volar sobre tu cabeza, me delataran, me sentiré vendida. Y tú mantienes esa distancia venenosa, que rabia a mis intrusas. Cuando creo que te alejas definitivamente dices la palabra exacta que te mantiene y no te compromete. Debería olvidarte, pasar, beber acido y ahogarlas. Pero las echaba de menos. Tus palabras las emborrachan, las vuelven locas, me torturan a ratos. Esta noche pienso dormir, y dormir con la boca abierta. Confiadas saldrán a dar una vuelta, entonces soltare a los pájaros de mi cabeza para que las devoren completas.

1 comentario:

Si yo llegué a pensarlo, tu puedes rebatirlo.