miércoles, 1 de abril de 2009

Ángel etílico


Nunca creí que me hiciera tanto bien escribir aquí, sin medida ni prudencia. Como estampar mi alma en la pared y contemplar el dibujo que dejan sus restos. Me gustaría saber mi grado de alcohol en alma en este momento, si eso se puede medir. Si no por lo menos el de mis suspiros. Las teclas se escapan de mis dedos y mi mente vuela alto. Salto por el salón con la música atronando, nadie me oye. El cantante grita desesperadamente que necesito alguien que me salve. Cuanta razón tiene.
O quizá lo tengo ya, ese ángel de la guarda que provocó en noviembre que tuviera un accidente que le hizo huir con la cabeza entre las piernas. Después cuando vio que me fijaba en el siguiente y se parecía a quien no debía, lo hizo tímido en extremo para no volver a querer quedar conmigo. Después dejo que otro se metiera hasta la campanilla de mi vida, para luego decirme que no podía ser, que no era más que nada. Ahora lo has hecho bien, no más del primer día. Al siguiente ya me llevaste ver la verdad. Me pregunto como lo haces, si les insuflas la idea de olvidarme o me proteges, manejándome a mí. Será que sufres cuando sufro, tan difícil es explicar quiero que me cuide otro mas, aparte de ti.
La música insiste… necesitas alguien que te salve, no quiero perderte, alguien que te salve...
Cuanta razón tiene.

1 comentario:

Si yo llegué a pensarlo, tu puedes rebatirlo.